El proceso de descomposición en los ecosistemas terrestres comienza con la caída de las hojas al suelo.
Una parte de la hojarasca contiene compuestos de fácil descomposición (lábil), rica en azucares y proteínas, así como baja en fibras. Otra parte de la hojarasca es de difícil descomposición (recalcitrante), rica en fibras con lignina, celulosa, hemicelulosa, resina y ceras, principalmente. En otras palabras La hojarasca es la energía química con la que se alimenta al ecosistema. El suelo es algo así como el “estomago” del ecosistema en el que “digieren” los alimentos (hojarasca).
La descomposición consta de cuatro subprocesos, lavado, fragmentación, catabolismo y humificación.
- El lavado se debe a que las células se rompen y los líquidos intracelulares lavan el resto de la hojarasca.
- La fragmentación la realizan la meso y macrofauna del suelo, estos comienzan a comer y con ello a disminuir el tamaño de los componentes de la hojarasca, se encargan también de transportar la materia orgánica de manera lateral y en profundidad del suelo, algunos biólogos los llaman los “ingenieros de los ecosistemas” porque regulan la actividad de los microorganismos. Las lombrices, hormigas y termitas son los más famosos organismos de la macrofauna del suelo pero también hay que tomar en cuenta a gasterópodos, escarabajos y colémbolos y al resto de la meso y macrofauna.
- El catabolismo se refiere al consumo de la hojarasca que se convierte en biomasa de la macro y meso fauna y al crecimiento de la masa microbiana. Las moléculas grandes se convierten en moléculas pequeñas. Los compuestos lábiles de (azucares y proteínas) dan energía y materia a la fauna del suelo y la microbiota edáfica.
- Finalmente la humificación, como su nombre lo dice, es la formación de substancias húmicas de alto peso molecular, la más recalcitrante de las formas de la materia orgánica del suelo. Las substancias húmicas son la reserva de energía química del suelo que participar en procesos físicos (agregación, por ejemplo) y químicos (CIC por decir algo) de gran relevancia.
Entonces, el suelo como todo estómago, necesita comer, la biota lo alimenta a veces diario como sucede en los ecosistemas con selva perenne, a veces por temporadas como suele ocurrir en los ecosistemas con selvas caducifolias, bosques templados y desiertos.
Cuando al ecosistema se le quita su vegetación natural y se substituye por cultivos anuales, se le cambia el alimento al suelo y se le pone a dieta forzada. Esto hace que los organismos del suelo consuman las reservas, el humus, por lo que la degradación comienza. Para disminuir la degradación del suelo y del ecosistema hay que alimentar al suelo con energía, materia orgánica, abonos, cultivos de cobertura, mantillos, etc. Así la degradación del suelo y del ecosistema se desacelera.
Los fertilizantes son algo así como píldoras, no tienen la energía química que el suelo necesita, no son alimento para el suelo, no alimentan a la macro y mesofauna ni a la microbiota, pero son el alimento de las plantas, de los cultivos con los que se alimenta a la población humana, sin embargo, para tener un suelo sano hay que hacer algo más, alimentar al suelo.
Recordemos que la salud humana depende de un alimento sano que a su vez depende de un suelo sano.